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Nuevas estrategias para combatir la malaria: heparina y nanomedicina

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Desde hace varias décadas se sabe que cuando el parásito de la malaria entra en el torrente sanguíneo, invade las células del hígado para producir miles de merozoítos (una fase de vida del parásito) que vuelven a incorporarse a la circulación, donde infectan los glóbulos rojos y logran escapar a la vigilancia del sistema inmunitario. “Nuestro primer paso fue demostrar que la heparina puede bloquear la adhesión y entrada de los merozoítos a los glóbulos rojos. Así, inhibiendo el crecimiento del parásito, se podría promover la respuesta inmune contra el mismo”, ha explicado el Dr. Fernández-Busquets esta mañana.

Además, el grupo del Dr. Fernández Busquets descubrió que la heparina muestra afinidad de unión específica para los glóbulos rojos infectados frente a los glóbulos no infectados. “Esto podría permitir el desarrollo de terapias antimaláricas específicas para las células infectadas, basadas también en la heparina” añade.

Hasta ahora, la heparina no había progresado hacia este tipo de aplicaciones clínicas porque presenta un fuerte actividad anticoagulante y las cantidades necesarias para el tratamiento contra la malaria podría provocar hemorragias internas. Para solucionar este problema se investiga por tres vías diferentes:

Por un lado se ha visto que la unión de nanopartículas a la heparina minimiza su actividad anicoagulante. Ahora se está explorando la capacidad de la heparina unida a nanopartículas para ejercer una doble actividad: como agente transportador de otros antimaláricos (que estarían incluidos en las nanopartículas) y como fármaco en sí mismo.

En segundo lugar se estudia el uso de la heparina como fármaco contra las fases del parásito de la malaria que se encuentran en los mosquitos; la administración directa a estos insectos eliminaría los problemas relacionados con la anticoagulación y permitiría un desarrollo rápido del compuesto.

Finalmente, se están testando in vitro 19 compuestos derivados de heparina modificados químicamente y con una baja capacidad anticoagulante, que podrían abrir nuevas estrategias contra la malaria basadas en la estimulación del sistema inmunitario para que pueda eliminar más eficientemente al patógeno. De estos, 8 han mostrado una actividad antimalárica significativa.

“Hemos finalizado una primera fase muy interesante. Las tres son estrategias que abren la puerta a diseñar nuevos enfoques terapéuticos contra la malaria y ello nos anima a seguir investigando”, concluye Fernández Busquets.