Pero esto sólo se enfrenta a parte del problema. El fraude en el vino es difícil de detectar por una serie de factores: el tiempo que lleva entrenar a una ‘nariz’ para el vino, por ejemplo, junto con el reto de asegurar que esas ‘narices’ estén en el lugar adecuado en el momento adecuado – por no mencionar el hecho de que ni siquiera los mejores sumilleres son infalibles a la hora de hacer una identificación detallada.
Pero ahora, investigadores del IBEC, en colaboración con la Universidad de Córdoba, han realizado avances en la lucha contra este problema con el desarrollo de un detector fiable, barato y rápido para clasificar los vinos blancos según sus denominaciones de origen, que se podrían usar en varios entornos.
Los científicos usaron una técnica llamada espectrometría de movilidad de iones (IMS) para analizar aromas de vinos. La IMS ioniza compuestos orgánicos volátiles con una lámpara ultravioleta y los separa según su movilidad en un campo eléctrico a presión atmosférica. Junto a un separador de fase gaseosa para aumentar la extracción del aroma y automatizar el proceso, el sistema de IMS demostró dar resultados inmediatos que mantuvieron el tipo ante los obtenidos por métodos menos convenientes. “Es la primera vez que la IMS se ha usado para clasificar vinos,” explica Santiago Marco, responsable del grupo de Olfato Artificial del IBEC, que aportó el procesado de datos al estudio. “Es un método establecido para usos en seguridad y orden público, como la detección de drogas y explosivos, pero sólo se ha empezado a usar en el análisis de alimentos muy recientemente.”
El detector supera varias de las principales limitaciones de otros métodos no humanos, como la cromatografía de gases o la espectrometría de masa. “Estas técnicas convencionales son precisas, selectivas y sensibles, pero requieren una elaborada preparación de las muestras antes del análisis, y tienen un rendimiento mucho más bajo,” explica Santiago. “Nuestro sistema ofrece resultados rápidos y baratos; requiere poca –o ninguna– preparación de las muestras, tiene el potencial de ser miniaturizado en un instrumento de mano para la evaluación in situ, y proporciona una respuesta cualitativa que es fácil de comprender para personal sin preparación.”
Con algunos fraudes en el vino que muestran una faceta más seria – la adición de metanol, por ejemplo – el detector ofrece no sólo un método de clasificación más asequible y conveniente, pero también podría ofrecer un paso en la dirección correcta para combatir un creciente problema de salud pública. “Sería interesante desarrollar el sistema para que sea capaz de detectar sustancias tóxicas o que deterioren el vino,” comenta Santiago.
Fuente: R. Garrido-Delgado, L. Arce, A.V. Guaman, A. Pardo, S. Marco & M. Valcárcel (2011). Direct coupling of a gas-liquid separator to an Ion Mobility Spectrometer for the classification of different white wines using chemometrics tools. Talanta, 84 (2), 471-479